Dojo Kannagara No Michi
jueves, 24 de abril de 2008
viernes, 18 de abril de 2008
O′Sensei Morihei Ueshiba
El 14 de diciembre de 1883, en el distrito de Motomachi, de la ciudad de Tanabe, en la prefectura de Uakayama, Japón, Morihei Ueshiba nació a este mundo como el cuarto hijo de Yoroku y Yuki Ueshiba. Un niño educado y sensible. Su temprana vida estuvo ensombrecida por la enfermedad. Frecuentemente soñaba despierto, identificándose con las historias milagrosas del gran maestro budista Kobo Daiishi, de la región cercana de Kumano. A la edad de siete años comenzó los estudios de los clásicos chinos en una escuela privada de la secta Shingon del budismo. Estudió profundamente para su edad, teniendo extraordinario interés por las medicaciones, encantamientos y oraciones de aquella secta esotérica. Su padre, interesado en que le joven Morihei no fuera sobrepasado por sus propósitos mentales, también lo animó a disciplinarse y fortalecer su cuerpo a través de la práctica de la lucha sumo y la natación. Durante los años que siguieron el joven Ueshiba recibió excelente instrucción en la escuela elemental de Tanabe, desarrollando un espíritu fino mientras su cuerpo crecía saludable y fuerte. En la escuela intermedia para estudiantes (13 a 17 años) tomó lecciones privadas del uso del ábaco. Poco después de un año, su progreso fue tan importante que se convirtió en el asistente del instructor de la escuela de ábaco. Ueshiba se mudó a Tokio en la primavera de 1901 y estableció la Compañía Ueshiba, un almacén grande que empleaba a varios vendedores. Mientras tanto un poderoso interés en el Budo había nacido en él, y estando en Tokio estudió en la escuela Kitoryu de Koryu ju-jutsu, combate sin armas, y en la escuela Shinkage de kenjutsu, técnicas de esgrima. Sin embargo, la enfermedad tocó nuevamente su vida y luego de poner el negocio en manos de sus empleados, retornó a su hogar en Tanabe para la convalecencia. Luego de su recuperación, Ueshiba se casó con Hatsu Itokawa a quien conocía desde su niñez. Su actitud de profunda responsabilidad social, impresa en él por su padre, se hizo más fuerte al asumir las responsabilidades de la vida familiar. Y creyendo que el cambio sólo podía ocurrir a través de la acción, Ueshiba se vio envuelto en varias reformas sociales. Al ser impuesta una nueva ley de pesca que favorecía a las grandes flotas comerciales, en detrimento de los pequeños pescadores, entre los que se contaban aquellos de su distrito, Ueshiba se opone uniéndose a la campaña para revisarla y participa en el "incidente de Isso", una manifestación de protesta llevada a cabo en la pequeña aldea pescadora de Isso. Con su ayuda se solucionó el problema, al tiempo que se hizo famoso. A los veinte años se enlistó como militar y sirvió en el regimiento 37 de la cuarta división de Osaka. Su actitud sincera y trabajadora, su extraordinaria habilidad, llamaron rápidamente la atención de sus superiores. Fácilmente considerado el mejor bayonetista del regimiento, sus técnicas eran tan rápidas y limpias que aún el más cercano escrutinio de los jueces no podía detectar de que manera cada oponente de Ueshiba salía volando inmediatamente. Durante la guerra ruso-japonesa, las historias que contaban sus camaradas sobre su gran coraje bajo fuego le convirtieron en una leyenda viviente. Entre las tropas era llamado respetuosamente "el soldado kami". Reconocido su talento y capacidad para transformarse en un futuro general, sus superiores lo urgieron a asistir a la escuela de entrenamiento para oficiales, pero a causa de la situación en su hogar Ueshiba dejó a los militares luego de cuatro años de enlistamiento. Durante este tiempo, además de la admiración y el respeto de todos aquellos que sirvieron con él, obtuvo el certificado de la escuela Yagyu de esgrima, estudio que practicaba en las horas fuera de servicio.
Luego de regresar a Tanabe, canalizó su habilidad y energía en el servicio social, trabajando duramente en favor del beneficio público. Obtuvo popularidad entre el pueblo por su honestidad y devoción. En 1912 el gobierno japonés anunció el comienzo del "proyecto Hokaido" animando al pueblo a establecerse en la isla del extremo norte, no desarrollada. El espacio adicional y las nuevas tierras de cultivo eran necesarias para el bienestar de la nación. Además los rusos estaban mostrando interés en este lugar estratégico. La aventura de una nueva vida y su devoción al Japón desafiaron nuevamente a Ueshiba. De modo que a la edad de 29 años él organizó un grupo de 80 personas provenientes de 54 familias de la zona y juntos se mudaron a la aldea de Shirataki, en el condado Monbetsu de Hokaido. La tierra fría era dura e inhospitalaria. Recia para producir con los esfuerzos de los nuevos pobladores. Fueron acosados por tormentas y nieves pesadas que hacían imposibles sus intentos de establecerse. Trataron de limpiar la tierra para el cultivo pero las lluvias frías los empujaban a sus refugios construidos en forma precipitada. El progreso fue lento y el precio pagado en tiempo y sufrimiento fue alto. Los dos primeros años trajeron pobres cosechas y muchas dificultades. Los ánimos estaban bajos pero Ueshiba estimuló a todos dando un ejemplo con su optimismo y su trabajo constante en el establecimiento, y su propósito determinado en las negociaciones para obtener fondos de cada posible fuente. Dos años más tarde la tierra produjo su cosecha, largamente esperada, y el pueblo comenzó a sentir que la permanencia era posible. Cada uno de los proyectos fueron obtenidos: el cultivo de menta, la cría de ganado y la granja lechera. Todos basados en el plan de Ueshiba, probaron ser importantes factores en el desarrollo de Shirataki. La aldea cobró nueva vida. El pueblo comenzó a llamar a Ueshiba "el rey de Shirataki", y cuando tenían problemas llegaban a él en busca de consejo y ayuda. Sirvió como miembro del consejo de la aldea y asistió a una excavación exploratoria para encontrar recursos minerales. En 1915 conoció a Segaku Takeda, maestro de la escuela de Ju-jutsu Dayto ryu, quien tuvo ocasionalmente que pasar por la región. Ueshiba se mostró impresionado por la técnica de Takeda y continuó en busca del Budo con el estudio del Dayto ryu. En noviembre de ese año, para su 36º aniversario, recibió noticias de que su padre se hallaba en condición crítica. Dejando Hokaido, entregó todas sus pertenencias al maestro Takeda por su aprecio y por todo lo que le había enseñado. Partió de regreso a Tanabe, pero fue desviado de su camino por ciertas historias referidas a un hombre llamado Onisaburo Deguchi, de la nueva secta de Shinto Omotokio. Deguchi era el maestro de la práctica espiritual llamada Chin Kon Kishin, un camino de comunicación con el espíritu divino de Kami, a través de la concentrada meditación. Con la esperanza de un milagro Ueshiba fue a Ayabe, cerca de Kioto, para decir oraciones que aliviaran la crítica condición de su padre. Ya cerca de Tanabe se enteró de que su padre había muerto. Su pena fue profunda y se sumergió más y más tiempo en oración y meditación. Pronto, los pensamientos de Ueshiba retornaron a la bondad de Deguchi y su aproximación revolucionaria a las enseñanzas espirituales tradicionales. Se mudó a Ayabe y entró en la vida religiosa de Omotokio. Deguchi amaba y respetaba a Ueshiba y le invistió de mucha autoridad y responsabilidad. Deguchi le dijo: - Usted debería hacer del Budo su vida, usted tiene la fuerza para mover las montañas. Hágalo. Actuando sobre este consejo el fundador abrió la escuela Ueshiba de artes marciales. Enseñó mayormente a los que tenían alguna conexión con la Omotokio, pero su fama como artista marcial rápidamente se extendió entre otras personas. Limpió y cultivó la tierra cerca del principal hall de Omotokio, conduciendo su vida como granjero autosuficiente, y puso en práctica sus ideas sobre la unidad esencial del Budo. Estudió Koto-dama, la vibración y el poder de cada unisílabo, el sonido de cada unisílabo que tiene influencia única y propia, tanto en el mundo espiritual como en el físico. La función espiritual del sonido fue un aspecto principal en su búsqueda del espíritu verdadero del Budo y en forma gradual comenzó a lograr la unidad de espíritu, mente y cuerpo. En 1923, el fundador oficialmente denominó a su arte Aikibujutsu. Aiki-bu-jutsu, mezcla del espíritu basado en el movimiento marcial clásico. Jutsu es técnica, opuesta a Do, que es el camino o medio. Al siguiente año acompañó a Deguchi a Manchuria buscando un lugar que sirviera como el centro espiritual para un mundo cooperativo del pueblo de las cinco razas y colores. La visión de la Omotokio, se basaba en la idea de que todas las enseñanzas se desarrollan en un sólo origen. Su camino los guió por muchos encuentros tensos con bandidos armados y soldados profesionales. Durante este tiempo el fundador había llegado a un nivel tan avanzado de alerta espiritual que aún cuando fuera atacado con una arma de fuego él podía anticipar la agresión en forma de un perceptible punto de luz que precedía a la bala inmediatamente. Luego describió su experiencia: "Antes de que el oponente pueda disparar el gatillo su intención de matar se conforma en una pelota de luz espiritual que vuela hacia mí. Si yo evado esta pelota de luz, ninguna bala puede tocarme". Luego de retornar al Japón en 1925, el fundador se dedicó a obtener la maestría en el arte de la Danza. Practicó día y noche utilizando sus propios métodos de entrenamiento físico y purificación espiritual al tiempo que su práctica alcanzaba niveles más altos, su habilidad marcial tomó una cualidad casi sobrehumana. En la culminación de un período de entrenamiento intenso particular, durante una práctica de meditación-purificación, tuvo la revelación que había estado buscando toda su vida. En aquel momento, al tiempo que el espíritu del universo se apoderó de su cuerpo con una luz dorada intermitente, tomó la esencia del Ki, que íntimamente le permitió comprender el proceso del universo y que la fuente del Budo es el espíritu de protección de todas las cosas. Budo no es para derrotar al oponente por su propia fuerza, no es tampoco la herramienta para conducir al mundo a la destrucción por las armas. "El verdadero Budo es aceptar el espíritu del universo, mantener la paz del mundo, producir correctamente, proteger y cultivar a todos los seres en la naturaleza".( Morihei Ueshiba). Mientras él se dedicaba a sí mismo a estudios más avanzados y al establecimiento del nuevo camino del Budo, el nombre de Morihei Ueshiba y la palabra de su increíble habilidad se extendió en los círculos del Budo a través del Japón. Viajó por el país enseñando Aikido. Gentes de todos los caminos de la vida se acercaron en busca de su guía. Con la ayuda de muchos mecenas, en 1930, el entrenamiento temporario fue extendido para incluir un espacio de tatami de más de 1.400 pies cuadrados. Este hall de entrenamiento fue llamado Kobu-Kan Dojo. Dojo: el lugar donde es estudiado el camino; Kobukan indica una búsqueda de la verdad trascendiendo una conciencia humana ordinaria. Fue ubicado en el distrito Wakamatsu de Shinjiuku, Tokio. Aquel año Shigoro Kano, el fundador del Judo Kodokan visitó a Ueshiba en el Dojo. Luego de ver la habilidad suprema del maestro Ueshiba dijo: "Éste es mi ideal en Budo". Y envió a dos de sus estudiantes a estudiar. Muchos jóvenes practicantes de judo vinieron a estudiar a la escuela de Ueshiba. Uno de ellos fue Kenji Tomiki, el guía del Judo-club en la universidad de Waseda. Tomiki, posteriormente desarrolló un aikijutsu fuera del Aikido que incluyó competencias. Al mismo tiempo, Gozo Shioda, el gran maestro del Aikido Yoshintan estudió como aprendiz del fundador. No fue fácil para los miembros del público general unirse al Dojo. Sólo aquellos con recomendaciones de dos garantes confiables podían entrar como estudiantes. La práctica era tan intensa y rigurosa que el dojo ganó el apodo del "dojo del infierno". Muchas personas famosas, guías en lo militar, gobierno, negocios, educación y artes, entraron en la escuela de Ueshiba. Y a través de estos contactos el maestro enseñó a la fuerza policial y se conectó con la corte imperial. En 1932, el maestro Ueshiba se encontró muy ocupado enseñando y dando demostraciones del arte. Sucursales del dojo fueron establecidas en otras partes de Tokio, Osaka y Kioto. Aikido se expandió muy rápidamente por todo el país.
En 1942, cuando el esfuerzo de guerra se intensificó, Ueshiba se encontró conflictuado gravemente por la disparidad entre sus ideas de la cooperación del mundo y el estado que presentaban las relaciones mundiales. Acompañado por su esposa Hatsu, se fue al pueblo de Iwama, en la prefectura de Ibaraki, y de nuevo comenzó a limpiar la tierra para cultivar. Allí construyó el dojo al aire libre y un santuario Aiki que sirviera como refugio espiritual. El fundador dijo en aquél momento: "Hay cada vez más y más personas entre los militares que son descuidados e indiscriminados con su poder. Han olvidado la importancia de ayudar al pueblo. Un grupo de idiotas se han ensoberbecido, extendiendo su violencia, sus mentes cerradas y su desenfrenada destrucción de la vida. No liberan de sufrimiento. ¡Qué idiotas en ir contra la naturaleza, contra la voluntad de Kami! El camino del Budo es poner nueva vida en la fuerza de vida original y universal que da nacimiento a todas las cosas. Armonía, amor y cortesía son esenciales para el verdadero Budo, pero la gente que está en el poder en estos días están solamente interesados en jugar con las armas. Ellos representan malamente al Budo como una herramienta para las luchas de poder, violencia y destrucción. Y quieren hacer uso de mí para lograr este fin. Estoy cansado de esta estupidez y no tengo intención de permitirles transformarme en su herramienta. Yo no veo otro camino que ir a retiro". El fundador sostuvo fuertemente su propia creencia y enseñó a todos los que quisieran escucharlo. El camino o la senda del Budo está fundada en la unión del Budo y de la granja. Es esencial que se ponga en práctica la producción de la fuerza de vida a través del Takemusu Aiki. Durante y luego de la segunda guerra mundial el fundador se dedicó a la granja y buscó la perfección del Takemusu Aiki, su ideal. Esperando profundamente en su corazón estaba la creencia de que el camino del Budo es el camino de la compasión, la tarea del verdadero samurai es hacer el mundo fértil para la paz y proteger la vida. En su pena por el sufrimiento y la destrucción causada por el conflicto pasó largas horas en oración. El maestro Ueshiba alcanzó niveles de alerta espiritual obtenidos por pocos, pero continuó todavía su búsqueda por el poder de la verdad. No teniendo virtualmente entradas de dinero vivió en extrema pobreza, entrenando cuerpo y espíritu y trabajando la tierra. En 1948 Japón estaba volviendo a pararse luego del caos de la guerra. Hasta aquel momento el cuartel general de las fuerzas de ocupación americanas había prohibido toda enseñanza del Budo. Por la causa del énfasis en la paz y en la búsqueda de la verdad, Aikido fue permitido y reasumió una activa parte en la sociedad. El nombre fue cambiado de Kobukan a la fundación Aikikai, y fue guiada por el hijo del fundador, Kishomaru Ueshiba. Una vez más la actividad comenzó y las enseñanzas de Aikido se extendieron por el público en general. El fundador, respetuosamente llamado O'Sensei, gran maestro, estaba todavía en Iwama, llevando una vida de Budo y de granja., mientras continuaba orando por la paz mundial. De tiempo en tiempo venía a Tokio, a pedido de sus estudiantes, para dar conferencias sobre los principios del Aikido y enseñar técnica. En 1959, como público reconocimiento al Aikido, la fama de O'Sensei se extendió a través de Japón y el extranjero. Hubo un marcado aumento del número de personas que llegaron al Dojo buscando instrucción y algunos estudiantes principales comenzaron a tomar parte activa en la enseñanza fuera de las fronteras. Todos los que fueron tocados por O'Sensei sintieron que sus corazones quedaron limpios por su nobleza y fuerza espiritual. La radiante pureza de su compasión e interés hizo que nos avergonzáramos profundamente por las agresiones egoístas que encontrábamos en nosotros mismos. Mientras Japón estaba en la prosecución de su política económica de crecimiento acelerado, hubo muchas personas que lucharon contra la pobreza para llevar al público el Aikido de O'Sensei, una oración viviente por la armonía, la paz y el amor a escala mundial incomparable en la historia del Budo. Entre éstos estuvieron Kisaburo Osawa, Shigenobu Okumura, Hiroshi Tada, Sadateru Arikawa, todos ellos hoy los más viejos shihan, instructores de Aikido. Ellos trabajaron devotamente detrás de escena, en el principal dojo de Tokio, ayudando a Kishomaru Ueshiba. Especial mención debe ser hecha de Seigo Yamaguchi quién abandonó una promisoria carrera y vivió en la pobreza para ayudar a la expansión del Aikido. Otro shihan Morihiro Saito sirvió para la importante función de tomar a su cargo a O'Sensei en Iwama. Koichi Tohei introdujo por primera vez las enseñanzas de Aikido en los E.E.U.U. Muchos shihanes gastaron su tiempo y dinero en abrir sucursales a través de Japón. Hubo muchas personas de altos cargos e influyentes, de elevado status social y riqueza que contribuyeron al crecimiento de Aikido y su asistencia fue invalorable. Pero no debemos olvidar los esfuerzos de individuos anónimos cuya dedicación extendió su luz. Fueron los miles de desconocidos estudiantes serios, impresionados por las enseñanzas de O'Sensei, quienes ofrecieron la base viviente y el soporte para la alerta creciente en Aikido. Aquel O'Sensei trató a todos los estudiantes por igual y nos enseñó con una gran sinceridad que permanecerá siempre vívida en mi memoria. En abril 26 de 1969, el gran maestro Morihei Ueshiba completó su espacio natural de vida terrena. Ese mismo día el gobierno japonés le confirió el más estimado de muchos honores y condecoraciones, la Orden del Sagrado Tesoro, que sirvió para la fundación y para el desarrollo del Aikido.
Fuente:http://www.seishin.com.ar/osensei.php
miércoles, 16 de abril de 2008
viernes, 11 de abril de 2008
Promoción de Ranking Marcial para proximo seminario Aiki-Zen
miércoles, 9 de abril de 2008
Koichi Tohei
Koichi Tohei nació el 20 de enero de 1920, en la prefectura de Tochigi (Japón). De niño era muy débil y estaba constantemente enfermo. Su padre era 4°Dan de Judo y cansado de ver a su hijo así lo instó a que practicase Judo con el fin de fortalecerse. Fue así como a la edad de 14 años había conseguido el cinturón negro 1°Dan de Judo.
A la edad de 16 años y cuando se inscribía para el programa de ingreso a la preparatoria de la Universidad de Keio Gijuku, sufrió una importante lesión al practicar Judo, tan severa fue que enfermó de pleuritis y se vio obligado a dejar sus estudios durante un año.
Los médicos que lo atendieron recomendaron el mayor de los reposos y le pronosticaron que jamás podría volver a practicar Artes Marciales ni nada que involucrara cualquier tipo de esfuerzo físico. Estando enfermo pudo reflexionar sobre el por qué de su accidente y sobre su estado de debilidad. Entonces, con la determinación de reforzar tanto su cuerpo como su mente para acelerar su proceso curativo se lanzó a la practica del Zen y de los métodos de respiración Misogi.
Estudió Zen bajo la dirección del monje jefe de Daitokuji en Kyoto: Josei Ohta. Y sus estudios de Misogi bajo la dirección de uno de los más avanzados alumnos de Tesshu Yamaoka: Tetsuju Ougura y con su sucesor: Tesso Hino. Durante esta época su fortaleza creció considerablemente y llego a ser uno de los practicantes más respetados del templo, pudiendo permanecer días y noches sin descanso en contínua práctica de sus ejercicios, al mismo tiempo colaboraba para ayudar a otros practicantes con sus ejercicios de respiración.
A los 19 años, se presento con dos cartas de recomendación ante Morihei Ueshiba quien lo recibe como alumno y lo hospeda en su escuela de Aikido. Sus años junto a O’ Sensei fueron (según él mismo lo cuenta) los más felices de su vida. Después de varios años de práctica recibe de las manos del mismisimo Morihei Ueshiba el más alto grado jamás otorgado a otro practicante de Aikido: el cinturón negro 10°Dan.
Despues de graduarse en la Universidad de Keio Gijuku, a la edad de 23 años fue reclutado por el ejército y enviado a China Central como teniente de segunda. Fue en el campo de batalla donde tuvo una revelación: “Entendió que existe una diferencia crucial entre la práctica de Artes Marciales como meros ejercicios y deportes y la terrible realidad de la guerra”.
“Mientras que en la práctica cotidiana uno raramente arriesga su vida o partes de su cuerpo, en la guerra el más mínimo error puede resultar fatal...”. Inmerso en el campo de batalla aprendió a calmar su mente en situaciones de gran tensión.
Al regresar de la guerra se dio cuenta que la mayoría de las personas que fueron combatientes morían al poco tiempo de haber regresado a sus hogares, esto le sorprendió hasta que logró comprender que esto sucedía porque “dejaron de extender su KI”; se habían relajado tanto que se volvieron demasiado débiles y fueron blanco fácil de las enfermedades. Para evitar esto se dedico por completo a trabajar el campo y volvió a las practicas de Zen y Misogi, en un intento por aplicar sus experiencias e intuiciones al Arte de Aikido.
*Entre 1953 y 1979 viajo 22 veces a Estados Unidos, empezando por Hawaii y extendiéndose gradualmente a otros 20 estados, para enseñar los principios y las técnicas del Aikido.
*El 16 de septiembre de 1971, formó la KI SOCIETY INTERNATIONAL (sociedad internacional del Ki) para enseñar los principios del Ki y de la unificación de la mente y el cuerpo.
*En 1974 formó el SHIN SHIN TOITSU AIKIDO KAI (Camino de unificación del cuerpo y la mente) para enseñar a las personas a reforzar y estimular su energía vital original, en todos los aspectos.
*En 1980 creo la KI NO GENRI JISSENKAI una organización destinada a la enseñanza de la aplicación de los principios del Ki a la vida cotidiana.
*En 1981 establece la KI SOCIETY HEADQUARTERS para entrenar a los profesores que ayudarían a enseñar los principios del Ki.
En 1990, el Sensei Koichi Tohei funda la KI SOCIETY WORLD HEADQUARTERS cerca de la prefectura de Tochigi, al norte de Tokyo. Desde donde la Ki Society difunde la enseñanza del Ki Aikido y del maestro Tohei por todos los paises del mundo.
Fuente:http://www.redmarcial.com.ar/informes/Koichi.htm
jueves, 3 de abril de 2008
El Espíritu Del Aikido
1. El Aikido es la vía que te enseña a poner tu espíritu en armonía y acuerdo con el de todos tus semejantes y por extensión con el universo entero. A través de su practica aprenderas a neutralizar al oponente sin causarle daños ni lesiones y sobre todo a poner en evidencia que su agresividad es totalmente inútil.
“ El Aikido no es un método para atacar y vencer a un enemigo”. El fin del Aikido es entrar en armonía con el Universo, haciendo de nosotros un elemento integrante del mismo... El Aikido es el principio de no-resistencia.
Todas aquellas personas que han emprendido el camino de la autosuperación han descubierto muy pronto que los peores enemigos, los más perniciosos, viven dentro de cada uno y actúan contra nosotros siempre que tienen ocasión.
Los enemigos personales son la envidia, el rencor, la cólera, el orgullo, los prejuicios, los miedos, la pereza, el egoísmo, la intolerancia, etc. , estos son los adversarios que se cobijan en el interior y que alguna vez incluso se hayan utilizado como aliados.
El Aikido quiere ir más allá del simple hecho de enseñarte una gran colección de técnicas de combate y para ello se constituye en una vía o accesis que te permitirá ejercitar y perfeccionar tus actitudes físicas, técnicas y psicológicas, poniéndote frente a ti mismo en la tarea de hacerte mejor y erradicar los malos hábitos, los temores, las debilidades, los prejuicios, etc.
3. El Maestro Ueshiba quiso que el Aikido fuese, ante todo, el arte de establecer el entendimiento y la armonía entre los hombres y un medio espiritual de protección hacia la naturaleza. Su gran acierto fue trazar el camino a seguir por todos los semejantes a realizar la misión personal para la que cada uno ha venido a esta vida.
La auténtica Vía del Aikido - aseguraba el maestro – nos guía hacia el conocimiento y la adhesión con el espíritu y la voluntad de Dios y advierte que cuando nos apartamos de este espíritu, aunque sea por poco, dejamos de estar en la vía justa, es decir, entre el hombre y el creador del Universo.
El Aikido de Ueshiba no contempla la existencia de un “ enemigo “ o “ adversario “ al que es preciso vencer, sino que busca la sincronía y el entendimiento con los actos y las intenciones del otro.
El aikidoka no se ejercita para vencer a otro semejante, sino para hacerse más útil a los demás y contribuir, en la medida de sus posibilidades a instalar la paz en su entorno, porque el Aikido esta basado -–según el deseo de su fundador – en el amor, sentimiento considerado como la fuerza más grande que protege la vida de todo ser.
La misión del Aikido, decía Ueshiba, es transformar las pulsaciones egoístas de nuestra personalidad materialista en dar vida a todos los valores éticos, humanos, religiosos, etc., de orden superior.
El entrenamiento de las técnicas no es más que un medio para pulir nuestros malos hábitos (miedo, pereza, cólera, egoísmo, etc. ) y adiestrar las buenas cualidades que permanecen latentes en lo más profundo de nuestro ser a la espera de que sepamos hacerlas vivir.
Se dice que la clave de la maestría espiritual reside en el hecho de que él “yo” abandone su “ego”. En el ámbito de las artes marciales, afirman los expertos que la libre expresión del yo se encuentra bloqueada por el propio ego, porque él yo sin ego es abierto, flexible, dúctil, fluido y dinámico en cuerpo, mente y espíritu.
4. El Aikido no contempla el combate como una oposición entre dos fuerzas contrarias, sino como una adaptación constante a las acciones del antagonista.
Si el otro avanza hacia nosotros, debemos aumentar la distancia que nos separa de él; pero si retrocede debemos mantenerla y movernos de tal modo que no pueda ejercer ninguna acción sobre nuestro cuerpo.
La respuesta inspirada en la no-violencia se basa en aceptar de modo relativo la manifestación de este ataque, pero de tal modo que una vez desencadenado, la energía retorne contra el agresor.
No es necesario ni conveniente sentirse afectado ni física ni psicológicamente por la agresión del adversario, sea cual sea, pues casi siempre el ataque – verbal o físico – injustificado es una muestra de debilidad interior y de miedo encubierto.
Si al insulto se responde con un insulto y al golpe con otro golpe, se esta entrando en lo que se conoce como “la espiral de la violencia”.
Hay que evitar responder con los mismos modos o actitudes, adoptando con preferencia una actitud serena, no-violencia, pero en ningún modo cobarde, basada en la no-resistencia (la esquiva, el vacío, el ceder, etc.), que nunca se opone frontalmente a la acción del otro, limitándose a hurtarle todo punto de apoyo a sus ataques.
Pero el Aikido va más allá del ámbito de las técnicas y su ideal se basa en ganar el combate sin combatir, pues siempre es posible encontrar la solución a un conflicto sin recurrir a la violencia. La verdadera victoria no consiste en vencer al adversario sino hacer posible el entendimiento sin imposiciones de ningún tipo.
5. Todas las personas están dotadas en más o menos grado de un sentimiento natural de orgullo fundado en la propia estima y que viene a ser como el motor que induce a comportarse de forma digna en todas las circunstancias de la vida.
Pero cuando este orgullo es exagerado o excesivo, perturba de inmediato las relaciones con los demás y cierra los causes de progreso de la persona que los alimenta.
El aikidoka debe mantener una actitud de modestia ante las ocasiones de aprender, ya vengan de su profesor o de sus compañeros más avanzados.
Creer que ya lo sabe todo y que nadie puede enseñarle nada es el gran pecado de orgullo cuyo castigo se paga de inmediato con la nula progresión en el aprendizaje, puesto que es uno mismo el que voluntariamente cierra los ojos y los sentidos ante la persona que pueda enseñarle lo que aún no a descubierto.
En Aikido, creer que intelectualmente se han comprendido sus principios no es suficiente. Es preciso además “comprender”, “saber hacer” y para ello no hay otro camino que repetir con humildad y constancia cada técnica o movimiento, haciendo caso de las correcciones del profesor, cuya misión es llevar al aikidoka a su máxima perfección.
El orgullo del profesor ha de asentarse en la satisfacción de formar personas útiles capaces de un comportamiento solidario, altruista y generoso.
El falso orgullo es desvivirse por alcanzar el mayor grado a fin de destacar o de ocupar cargos que le permitan sentirse por encima de los demás, así como de ejercer su influencia de forma negativa sobre los demás.
El aikidoka siempre puede aprender de todos, por tanto, sé humilde, conserva tu mente abierta junto con un sano espíritu critico que te librará de la ingenuidad o credulidad bobalicona y te ayudará a buscar lo autentico, lo valido, lo verdadero...
6. Yo emprendí el entrenamiento de mi cuerpo a través del budo, comenta Ueshiba, y cuando realice su esencia ultima obtuve una verdad aún mayor. Cuando llegue al fondo de la realidad universal vi claramente que los seres humanos deben unificar la mente, el cuerpo y el ki que los conecta a ambos y que la persona debe armonizar su actividad con todas las cosas en el universo. A través de la sutil actividad del ki se armonizan la mente y el cuerpo y la relación entre el individuo y el universo.
Si no se utiliza debidamente la actividad sutil del ki, la mente y el cuerpo de la persona enfermaran, el mundo se volverá caótico y el universo entero se sumirá en el desorden. El Aikido es la vía de la verdad. Entrenarse en Aikido es entrenarse en la verdad. A través de la dedicación, del entrenamiento y de la perspicacia nacerá la actuación divina.
Sólo si se practican los tres tipos siguientes de entrenamiento, la inamovible verdad de diamantina dureza podrá convertirse en parte de nuestra mente y de nuestro cuerpo.
2º. Entrenarse para armonizar nuestro cuerpo con la actividad de todas las cosas en el universo.
3º. Entrenarse para hacer que el ki que conecta la mente y el cuerpo se armonicen con todas las cosas del universo.
El verdadero alumno de Aikido es aquel que practica y lleva a cabo estos tres puntos simultáneamente, no de una manera simplemente teórica, sino de forma efectiva, en todo momento de su vida.
Cualquier técnica debe estar de acuerdo con la verdad del universo. Si no lo esta, el arte marcial estará aislado e irá en contra de concesión de arte marcial como creador de amor o take-musu (literalmente marcial-creativo). El Aikido es take-musu por excelencia. Marcial (take) aquí quiere decir el rugido heroico, la resonancia del cuerpo, el poder del Aum que resuena en el Universo.
La resonancia del cuerpo se deriva de la unidad de la mente y el cuerpo, que armoniza con la resonancia del universo. La respuesta e intercambio mutuo producen el ki de ai-ki. La esencia del Aikido es el eco mutuo de la resonancia del cuerpo y la resonancia del universo. De esto nacen calor, luz y poder unidos en un espíritu plenamente realizado. La vitalidad del eco del cuerpo y la resonancia del universo nutren el funcionamiento sutil del ki y engendran a take-musu aiki, el arte marcial que es amor y el amor que no es otra cosa que arte marcial.
2º. El Aikido es la verdad enseñada por el Universo que debe regir nuestra vida en la Tierra.
3º. El Aikido es el principio que une a la humanidad con la Consciencia Universal.
4º. El Aikido alcanzará su objetivo supremo cuando cada ser, después de haber seguido su propio camino, no sea sino uno con el Universo.
5º. El Aikido es la Vía de la fuerza y la compasión que conduce a la perfección infinita y la gloria divina.
8. La Armonía del Amor.
El Aikido no es más que la manifestación de las implicaciones del amor. El amor da forma al Universo y purifica todo lo existente. El Universo siembra las semillas de las que se deriva todo lo existente y contiene la fuerza infinita que alimenta y permite la germinación y el crecimiento. He dado el nombre de Aiki a las numerosas leyes del Universo, productos del amor que teje este maravilloso tapiz que es la vida sobre la Tierra.
La finalidad del Aikido es cumplir una misión de compasión, de protección de todas las formas de vida y de velar por su desarrollo.
¿ Cuál es la fuente de materialización de la vida en el Universo?. El Espíritu Infinito y el amor son la fuente de la vida. El Aikido es también una fuente, un camino que lleva a la armonía del hombre con el Universo. Sólo si observásemos el principio de unidad con el Kami y la humanidad se reconciliase con la naturaleza, pondríamos fin al mal, al sufrimiento: Esta es la misión vital que nos confía el Universo.
Las formas cósmicas se revelan en el cuerpo humano. Debemos aprender a descubrir el Universo que hay dentro de nosotros y despertar a los principios de equilibrio y amor, principios sagrados que nos ha dado el Universo. El Universo se manifiesta a través de un mosaico infinito de formas: cada una de ellas refleja su plenitud, cada una esta en equilibrio perfecto con todas las demás. Así como el Universo expresa el equilibrio y la armonía dinámica del Universo a través de nuestras numerosas relaciones. A través de este proceso el Universo podrá penetrar el cuerpo y el espíritu de los hombres y así nutrirlos con verdadera fuerza.
Todo lo existente proviene de la misma fuente. Todas las cosas que pueblan la Tierra son la expresión de este amor universal. El corazón del Universo late en armonía con la creación y se inclina en reverencia ante su grandeza. Cada uno de nosotros debiera esforzarse por comprender dicho ritmo y experimentar su corazón como fuente de la armonía de su equilibrio perfecto. El propósito del Aikido se ajusta al sendero del amor universal. Su enseñanza es la del Kami. Sus principios son las leyes de la armonía y el balance que gobierna la vida sobre la Tierra. Su función es unirse al corazón del Universo y dar amor.
Las leyes de la naturaleza y los ritmos universales constituyen el libro básico de las técnicas y la práctica del Aikido.
Las leyes que definen la estructura y la dinámica del Universo deben convertirse en parte integrante e intuitiva de la consciencia, pues ellas determinan la estructura y la dinámica del cuerpo.
El Aikido es la expresión física e intuitiva de fórmulas matemáticas. El espíritu desplaza al átomo, agita los océanos, anima al fuego y circula en el interior de los seres humanos.
Por medio de la respiración se alcanza la sincronización con el arte del Ki, Ky no myo yo, se expresa a través del cuerpo, se llama “Takemusu Aiki” – el soplo divino – el lazo entre el fuego y el agua, la circulación de la materia en el cosmos. Es la expresión del tiempo y el espacio, de un pulso eterno, de una realidad en la que no existe separación entre espíritu y materia.
A medida que este estado de consciencia crece, ha de realizarse un intercambio entre las leyes del cuerpo en movimiento y las del Universo. Takemusu Aiki es la libertad de dicho estado de consciencia en tanto que uno se erige en el centro del tiempo y del espacio, la esencia viviente del fuego y el agua que inunda cuerpo y espíritu.
Con motivo de este cambio, las leyes resonarán de verdad y serán las mismas en el cuerpo y el Universo. Primero el cambio, luego la resonancia. La energía nuclear, la exploración de la luz, del ki, la vibración electromagnética, la fuerza gravitacional que crea el vacío y establece el orden, todos están unidos y el arte Kami fluye. El Ki es la fuerza nuclear que reside en el corazón de todas las cosas.
Pero, es el ying y el yang de la respiración lo que diversifica y limpia. La respiración es la energía impulsora de la vida.
Aquí reside el poder del Kokyu (respiración).
10. Kannagara no Michi (La ola de Dios).
El Kannagara es una vía de intuición que no comporta leyes ni doctrinas del bien o del mal. Se rige, en cambio, por las leyes que gobiernan los fenómenos naturales. Es un camino de libertad suprema pues, para que una acción este en armonía con la naturaleza, debe ser el resultado de la obediencia espontanea a la ley del Kami. Creador y Origen del Universo. Las montañas tienen el nombre de Dios. El viento tiene el nombre de Dios. Los ríos tienen el nombre de Dios. Árboles, hiervas, animales, toda la creación natural es manifestación de su consciencia y amor infinitos.
Hablamos de amor en términos abstractos, pero el amor no es una idea abstracta. Si aunque sólo por un segundo no hubiera amor, no habría vida, ni aire, ni agua, ni alimentos. El amor es realidad. Vivimos en este planeta en virtud del amor de Dios.
No se trata de un amor abstracto o sentimental sino de un amor estricto y vital como la misma creación. Dios no es una expresión de la lógica o la filosofía, Dios es amor.
La armonía y la unidad son la esencia del amor. El amor universal no es un amor egoísta. Esta libre de prejuicios y acoge en su seno a todo lo creado. El amor no tiene expectativas. Penetra y llena su objeto y los opuestos dinámicos devienen una unidad y crecen juntos. Los nervios de Dios llenan el vacío. Su consciencia sensorial reverbera en el mundo oculto donde toda acción o fenómeno tiene su origen. El mundo invisible de la vibración, el vacío entre las estrellas y el vacío dentro de la órbita de los electrones, esta cargado con su pulso. Este es el mundo espiritual, cuya energía crea la materia visible a través del movimiento de su soplo.
La armonía de las partículas elementales se basa en el concepto del amor. Las leyes electromagnéticas han estructurado el Universo y su actividad a desencadenado en el corazón de la materia el ritmo perfecto de la vibración cósmica. Esta onda de los polos, del ying y el yang, del electrón y el protón, de las fuerzas centrifugas y centrípetas, no son más que dos facetas de la misma realidad.
En el interior de este ritmo infinito, la creatividad surge y los opuestos se unen. El Creador y la Creación forman una unidad, no están separados, y nosotros estamos inmersos en el ritmo perfecto que es la expresión de la Sabiduría Divina.
11. Musubi.
La unidad es el poder de Dios que resuelve todos los conflictos. El proceso de unificación de los contrarios es el musubi. La fusión del yang, fuerza centrípeta, y del ying, fuerza centrifuga, crea el equilibrio perfecto de las galaxias.
El musubi es también movimiento, ya que sin movimiento la unión seria imposible. Su símbolo es la espiral que recicla perpetuamente su energía, un proceso que carece de comienzo y fin. Es continuidad y cambio, una forma de dualidad en busca de la unidad que a su vez busca su extremo.
El pensamiento racional nos hace percibir los extremos, los contrarios como elementos en conflicto. Esto no es más que una ilusión. En efecto, la oposición entre felicidad y sufrimiento, entre amor y odio, entre moralidad e inmoralidad, no tiene más que un valor subjetivo y relativo. Quien no conoce el dolor no puede conocer la alegría. En la creación de la belleza, reconocemos la ausencia de lo bello. En el placer subyace el dolor. No podemos conocerlos separadamente. La alegría no existe con relación a la tristeza y no hay placer sin dolor. La unidad existe en cada cosa y seria absurdo establecer un juicio moral. Los contrarios aparecen como la expresión dinámica del cambio.
Toda la vida, toda la actividad universal, es un proceso de mutación, o musubi y la única constante es el cambio. Nada permanece inalterado por un día, una hora e incluso un segundo. La noche se transforma en día; la nieve del invierno prepara el florecimiento de la primavera. Nacemos para morir. Nacimiento y muerte, envejecimiento y renacimiento, el ciclo de la vida. Todo es cambio. Cambio es vida y la capacidad de cambiar es un elemento esencial del crecimiento. La libertad fundada sobre la comprensión y la aceptación de esta verdad – que nada permanece inalterado – es la fuente del poder de la creatividad verdadera.
Hablar de la armonía, la unidad y los principios del musubi es sencillo, pero aplicar tales principios a los conflictos de la vida cotidiana supone una comprensión más profunda y una gran dosis de confianza. Siguiendo criterios lógicos, podríamos identificar la verdad en el proceso del musubi, pero las ideas bellas y las frases elocuentes caen en el olvido ante la presión de la realidad. En términos filosóficos, la verdad se expresa en palabras, pero la verdad del Aikido subyace en la acción, la teoría aplicada a la practica. Por medio de la aplicación física del musubi desarrollamos una comprensión del corazón antes que de la mente.
fuente: http://aiur.us.es/~kobukan/espiritu_del_aikido.htm