Editorial del Aikido Express Nº1 por Yoshimitsu Yamada Sensei
La popularidad del Aikido ha crecido tremendamente en los últimos años y uno puede encontrar escuelas de Aikido en casi todas las partes del mundo. Introducido en los Estados Unidos hace más de treinta años, el Aikido ha gozado de un incremento seguro y firme en el número de practicantes. En cada dojo(escuela) de Aikido, uno puede observar a los estudiantes inclinándose respetuosamente ante el retrato de un caballero de avanzada edad con una barba blanca cual mechón y ojos chispeantes que expresan una generosidad afectuosa. Este caballero es el Maestro Morihei Ueshiba, el fundador del Aikido, conocido por sus estudiantes como O Sensei(Gran Profesor). Para aquellos que desean iniciar un estudio serio del Aikido, es importante conocer algo de su vida y trabajo antes que sea posible tener una clara comprensión de los principios del Aikido. Yo fui suficientemente afortunado al estudiar directamente bajo O Sensei antes de ser enviado a los Estados Unidos. Desde que la única manera que ahora tiene uno de verlo es en películas y fotografías, debemos prestar mucha atención a las bases del Aikido, que él desarrolló, para tener una clara idea de su persona. El no sólo fue un gran artista marcial, sino también un ser humano muy afectuoso e indulgente. Creo que una de nuestras metas al estudiar Aikido es emular tanto como sea posible sus admirables cualidades.La fortaleza y profundidad de su carácter se originaron a través de los años dedicados a la búsqueda de excelencia y maestría en los diversos estudios que realizó. Quizás mucha de la determinación que rigió las acciones de la vida de O Sensei fue un resultado de las innumerables vicisitudes que tuvo que enfrentar. Sus batallas con las enfermedades y tragedias personales fueron recibidas con la misma entereza que él aplicó para dirigir el asentamiento de nuevas tierras en el norte de Japón. Pero sus logros más notables fueron aquellos obtenidos en las fronteras de las artes marciales.
Desde temprana edad estuvo dedicado a la disciplina de las artes marciales japonesas, conocidas como budo. Se convirtió en un maestro experto de varios estilos de jujitsu, artes con espada (kendo), y combate con lanzas (sojitsu). Los descubrimientos y experimentos que lo llevaron a desarrollar el Aikido estuvieron basados en un profundo conocimiento de los métodos de lucha o artes marciales. Igual a su deseo de conocimiento marcial fue la profundidad de sus exploraciones espirituales. Cuando alcanzó el nivel de excelencia como guerrero, sus creencias religiosas lo llevaron a preguntarse sobre la verdadera esencia de los métodos marciales. Escrutó dentro de sí mismo para justificar la validez de seguir un esquema de vida basado en vencer a los demás. Tales victorias, concluyó, son simplemente relativas y ultimadamente sin sentido; siempre habrá alguien más grande y más fuerte, de modo que el triunfo eventual es inevitable. Cada persona está limitada por sus capacidades físicas, pero el potencial de recursos ilimitados se encuentra en el ser interior. O Sensei entendió que la verdadera lucha en la vida es el vencer la mediocridad, la ambición y la autosuficiencia que impiden que aflore a plenitud nuestro potencial. Aquí es cuando el singular aspecto del trabajo en su vida empieza a tomar forma. El llegó a creer que las artes marciales debían utilizarse para eliminar del carácter de cada uno estas características indeseables y ultimadamente lograr el control de sí mismo, física y mentalmente.
Al desarrollar el aspecto espiritual de las artes marciales vio que el budo debería seguir las leyes de la naturaleza, estar en armonía con ellas y servir para protegerlas. El objeto de su estudio marcial sería lograr un estado mental unido en sí con el universo. De esto dependería la verdadera fortaleza. Desde esta perspectiva O’Sensei desarrolló las artes del Aikido, un reflejo físico de sus creencias espirituales.
Las metas del Aikido se encuentran ahí para que todos las cumplan. Convertirse en una persona en armonía con las otras y en un individuo integrado y equilibrado, y explorar nuestro total potencial humano deben ser los objetivos del estudiante de Aikido. Obviamente ello es algo de por vida.
Espero que todos los lectores que practiquen las técnicas que expongo lo harán con el espíritu de la filosofía de O’Sensei. Este espíritu es realmente el corazón del Aikido.