Nuestra mente
Nuestra mente tiene la tendencia a fijarse y no fluir. Arrastramos durante días, semanas y hasta años situaciones, emociones y pensamientos negativos. Los practicantes orientales nos aconsejan que debemos ser como un espejo que no retiene la imagen, que debemos fluir sin apegarnos a situaciones, emociones o pensamientos dañinos igual que una pelota de ping pong en un arroyuelo de montaña que sigue la corriente o una nube llevada por el viento.A la mente le gusta el placer y nunca esta satisfecha con nada; siempre quiere más. Por eso en Oriente se aconseja dominar los sentidos e ir más allá de la mente a nuestro verdadero ser. Allí la mente conseguirá el mayor placer que jamás puede tener - la paz, y la felicidad que de ella brota y así quedará "enganchada" a un placer único y benévolo.
Una mente adiestrada es la mejor arma que tenemos para encontrar la salud, la paz, la felicidad y el bienestar.
Un tema recurrente en el arte oriental y que proviene de sus escrituras es el del monje que observa la luna llena frente a un lago... Cuando el lago está tranquilo puede observar el perfecto reflejo en las aguas, sin embargo si una pequeña piedra cae en el lago, la imagen se distorsiona y si existe un vendaval, no se puede distinguir nada. El lago representa la mente y la luna llena Nuestra Esencia. Cuando el lago de nuestra mente está tranquilo podemos tomar conciencia de nuestra verdadera esencia, pero si estamos alterados o agitados, la vorágine de pensamientos y emociones nos impiden percibir lo que realmente somos.
La concentración nos permite liberarnos de nuestras propias ataduras, ir más allá de la mente, de sus deseos y apegos, rescatarnos de nosotros mismos y hacernos libres, auténticamente libres para que actuemos según nuestros mejores criterio y llegar a establecer una relación directa con nuestro propio y profundo ser en armonía con todo lo que existe.
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