
-¿Qué vino primero, la danza o las artes marciales?
-Empecé a bailar con 10 años, pero se metían conmigo porque decían que la danza era cosa de chicas, así que a los 13 decidí hacer artes marciales. Aprendí con Rafael Haubert, cinco veces campeón del mundo.
-¿Jiu-Jitsu brasileño y ballet se complementan bien?
-Muy bien. El Jiu-Jitsu da elasticidad y mucha fuerza; es además muy bueno para la salud, pues es gimnasia natural en la que se utiliza todo el cuerpo y que hace más fácil la recuperación. Yo nunca me canso cuando corro, por ejemplo.
-¿En qué consiste exactamente este arte marcial?
-Es un arte de Brasil que fue llevado allí por los japoneses a principios del siglo XX y que fue adaptado para igualar las fuerzas del hombre débil y el fuerte. En el Jiu-Jitsu brasileño no hay diferencia de peso ni de sexo -yo peso 63 kilos y lucho con gente de 110- y se actúa a pleno rendimiento hasta que el contrario se rinde. Es un combate sin reglas en el que todo vale. El entrenamiento es duro, aquí venimos a hacernos daño para saber después qué y cómo tenemos que protegernos.
-¿Hay interés por el Jiu-Jitsu en Segovia?
-Sí, ya que todo lo que enseño se puede aplicar en el día a día. Ahora imparto clases a ocho chicos en La Granja, aunque hasta el momento no ha habido promoción. A partir de junio intentaré enseñar en Segovia.
-¿Y a Ángel Corella?, ¿también le enseña a él?
-La verdad es que no tiene mucho tiempo, está siempre muy ocupado.
-¿Cómo está resultando la experiencia de trabajar con él?
-Trabajar con él es lo que siempre había soñado, ha sido mi ídolo toda la vida. Desde hace tres años, es además mi jefe y mi amigo, de lo cual estoy muy contento.
Fuente:Nortecastilla.es
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